lunes, 9 de mayo de 2011

La mentira

Era un año echado a la basura, claro que sí. Tantos meses vomitando y ahora ella llegaba y se lo prohibía. ¿Qué podía saber ella sobre lo que estaba bien o no hacer con su cuerpo? ¿Con la asquerosa comida?
Nada.

Días después de que Lía había partido de regreso a su ciudad Patricia comenzó a devolver la comida, de vez en cuando ayunaba, de vez en cuando tenía atracones, de vez en cuando vivía feliz...

Cuando abril llegó Patricia había ganado peso y más depresiones, estaba mal. Lía irrumpió una mañana en su casa y la llevó con ella a una clínica que jamás había visto en la calle conocida como "El 17"
En cuanto entraron al consultorio el doctor habló sobre llagas, gastritis y cosas que Patricia no escuchó, no quiso escuchar.
Le pusieron una cosa a un lado del ombligo y tomaron fotos a su garganta. Irritada, llena de pequeños cortes, había uno gracioso en forma de sonrisa...

Lía pagó y salieron de ahí; entregó a Patricia unas hojas y le advirtió que debía ir a checarse cada semana, si el doctor veía heridas diferentes a las de las fotografías tenía órdenes explícitas de llamar a su madre, la tan temida madre de Patricia.
La siguiente semana vomitó una vez y el dichoso doctor se dio cuenta, fue un completo desorden, primero llamó a Lía, luego ella llamó a su madre, su madre no sabía quién hablaba y colgó, Lía volvió a llamar y su madre pensó que era algún tipo de extorisón y reportó el número, se bloquearon las líneas y mientras tanto  Patricia leía revistas.

"Promete que no lo harás de nuevo Pato" pidió Lía apesadumbrada, sus vacaciones habían terminado y no había más que hacer por Patricia.

Se había dado cuenta de que su amiga era capaz de llamar a su madre por lo que prometió no hacerlo hasta acabar el tratamiento de seis meses, hasta octubre ella sería buena y cumpliría su palabra.

Las revisiones semanales eran una tortura, pues la báscula indicaba más y más, no se detenía y por lo  visto no tenía ni un atizbo de ganas de parar.

Estaba replanteandose la posibilidad de faltar a su palabra y dejar de ser amiga de Lía, pero todas las salidas posibles llegaban a un solo final: su madre internandola en una clínica de por vida.
Así que se resignó y continuó con las citas, las pláticas y terapias de fin de semana.

Octubre llegó y Lía volvió a aparecer, Patricia tuvo que mentir. A veces se pregunta si no se equivocó de carrera y debió estudiar actuación.
Todo sale perfectamente y Lía regresa a Wisconsin. Todo se calma, el doctor ya no la cita, no tiene obligación de ir, pareciera que ya entendió que morirá de esto y Patricia lo entiende, es sólo que no quiere dejarlo.

Lía se marchó pensando que Patricia estaba rehabilitada, pero no es así...

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