domingo, 24 de julio de 2011

Viene de familia...


Mi madre tiene un desorden alimenticio, recién lo acabo de descubrir.
Hace falta tan sólo que se vea en un espejo o cualquier cosa lo suficientemente reflejante para que comience con sus letanías.
“estoy gorda”
“Mira esta lonja”
“No sé cómo llegué a esto”
“Debo dejar de tragar”
“Voy a rodar en cualquier momento”
Escucharla decir cosas como estas es casi típico y como hace apenas un par de semanas que convivo diariamente con ella, apenas lo voy notando.
Ni siquiera yo que soy bulímica hablo tanto de mi imagen en público. Regularmente me amedrento psicológicamente a solas frente a mi espejo mientras me peso etc. Pero ella ya me está cansando, nadie aparte de Lía sabe de mi DA pero hoy estuve a punto de gritarle a mi mamá que se callara, ella no sabe lo mal que me hace escucharla hablar así. Ella ni siquiera se imagina lo que es sufrir con la Bulimia, con la Anorexia, ella no tiene una ínfima idea de lo que es meterse un tenedor a la boca y desear escupir la comida. Ella no sabe nada.
Mi madre estuvo enferma hace medio año una infección la acometió por más de tres meses y la hacía vomitar todo lo que se llevaba a la boca y si lograba engullirlo no pasaban más de cuarenta minutos cuando estaba ya en el baño con diarrea. Bajó más de quince kilos. Mi madre de pesar 80 kilos pasó a pesar 64 en tres meses. Y su figura obviamente cambió.
Ahora que la infección se erradicó por completo está ganando peso, está comiendo más, ya no vomita todo. Mi madre estuvo en tratamiento justo por eso, porque cuando la infección bajó cuatro meses después de haber empezado ya no podía comer normalmente, el cuerpo ya no quería el alimento. Después de algún tiempo por fin pudo comer con normalidad y ahora su talla y su peso han aumentado.
Saberse delgada le dio la satisfacción de comprar ropa que hacía mucho tiempo no compraba de ponerse vestidos de nuevo, de usar blusas “nice” como ella las llama, pero ahora que no está enferma y que la comida es digerida por completo se siente mal, se siente gorda.
Mi madre tiene un trastorno con su cuerpo y no la culpo.
El problema es que en cualquier momento mi paciencia llegará al límite y no creo que sea conveniente que ella se entere de mi DA.
Bajé casi diez kilos en dos meses gracias a la bulimia, a ella y al resto de mi familia les dije que hacía ejercicio. Ella cada que puede me dice que irá conmigo a hacer ejercicio. Si supieran que en esos dos meses de pseudo ejercicio tan sólo fui al gimnasio dos semanas y media entenderían que no fue gracias a eso que pude perder esos kilos.
Desafortunadamente estas tres semanas que han pasado he tenido que aparentar que no  tengo problema alguno con la comida porque Lía amenazó con contarle todo a mi madre si volvía a descubrir laxantes en mi bolso.
Ya no se qué hacer,  había mantenido un semi ayuno las últimas  tres semanas. Comía avena en la mañana, gelatina en la tarde y un té en la noche. Ahora es todo lo contrario, he tenido que engullir comida con “normalidad”
Lastimosamente disfruto de eso, porque  amo y odio la comida a partes iguales pero ya no quiero esto, ya no quiero comer. Cuando he tenido oportunidad he vomitado.


Hoy la familia se despertó temprano y desayunamos un jugo de naranja, hasta ahí todavía era tolerante. Fuimos a comprar algunas cosas y para las 10 de la mañana estábamos ya de vuelta. Mis abuelos compraron el almuerzo y tuve que comer porque mi tía ha notado que no me gusta la hora de la comida como antes.
Mi tía es otro caso, ella también tiene problemas con la comida, hasta hace un año medía su comida por tazas miniatura. Comía una tacita de arroz, una de verdura y una de consomé. Si había carne en el menú sólo comía una cucharada. Tomaba laxantes por la mañana que hacían efecto en las noches y desechaba todo lo comido en el día. Llenó su casa con aparatos de ejercicio y se mataba en su mini gimnasio. Siempre estaba midiendo todo con su tacita que  por cierto es del mismo tamaño que mi dedo  anular, hace días la encontré y la medí así…
Tuvo problemas y dejó de hacerlo. No sé cómo pudo lograrlo. Aún es un poco remilgada a la hora de comer, pero su obsesión con las tazas ya no es ni una pequeña parte de lo que antes era. Su talla sigue igual porque el ejercicio lo sigue haciendo, pero la comida ya no es preocupación para ella.
Sabe de esto, ha visto apenas una punta del pañuelo de los DA y creo que se da una idea de lo que me pasa, pero no se mete conmigo, no me dice nada y así espero que siga. Pero ahora tengo que aparentar lo más posible con ella para que sus sospechas no se levanten.
El almuerzo de hoy se fue al caño, mientras hacían sobremesa se tocaron temas delicados y yo pretendiendo ser educada me retiré de la  mesa para dejar  hablar a solas a los mayores y me fui a “chatear” si mi familia supiera que chatear no me gusta y que en realidad fui a vomitar hasta que me ardió la garganta se enfadarían un poco.
Han sido terribles estos días, han sido como cuando estuve en tratamiento. Tenía que comer y hacerme chequeos cada semana para comprobar que no había vomitado. Ahora tengo que comer porque las sospechas están al por mayor.
Espero poder escaparme más seguido y escribirles pronto porque esto de desahogarme es bastante bueno.
Ya me hacía falta.
Amenté de peso en estas semanas,  tengo miedo, pero he comido y creo que eso tendrá repercusiones, la última vez que me pesé tenía de nuevo conmigo los 77 kilos de hace un mes. Estoy pensando en hacerme algo para enfermarme como mi madre.
Una vez que estuve internada y me pusieron intravenosa bajé casi cinco kilos en una semana porque por el suero me pasaban vitaminas y nutrientes, tomaba agua, pero no me daban nada sólido. Fue hermoso ver que mis hombros se notaban más. Sólo duró una semana pero creo que haré algo para volver a estar internada en el hospital.
Pensaré algo…
Un beso enorme, procuren cuidarse mucho y mantenerse hermosos. ¡Los quiero!


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