jueves, 26 de mayo de 2011

Carrera: Semana 2 (parte 1)

Como ya lo dije la carrera comenzó desde el lunes y era martes y yo aún tenía en mi estómago toda la comida que mi madre empotró ahí. Es difícil vomitar cuando la gente te rodea siempre, por lo que ara mí la carrera comenzó el miércoles día de fiasco por supuesto ya que intenté ayunar pero cuando llegué a la escuela mis compañeros se precipitaron a regalarme pésames (sí, mi abuela falleció) y me llevaron a la cafetería, pidieron comida por mí y esperaron a que terminara todo, no me dejaron ni un momento sola.
Todo estaba llendose por la borda, incluso en la tarde cuando un par de amigos me trajeron a la casa, esperaron a que comiera, se quedaron a ver la tele un rato y cuando me paré disimuladamente para ir al baño a devolver una de mis amigas se paró y dijo: Te acompaño.
A veces me choca tener amigos.
Todo el día pasó y sentía en mi garganta la sopa de verduras y pollo que habían preparado en casa. Al menos no tenía tantas calorías como la comida de siempre.
Mi abuelo pidió de cenar y no tuve más remedio que hacerle comida, comenzó a platicar y dijo que debía comer, planeé vomitar pero como si supiera mis planes se metió a bañar y tardó casi una hora, para cuando lo intenté la comida estaba completamente dentro, a veces odio mi digestión rápida.

Es jueves, no comí nada hasta las once, un yogurth light de 20 calorías (era muy poco) una manzana pequeña de 40. Comí pollo y lo devolví todo. Hice ejercicio por dos horas y aproximadamente tiré 350 calorías y cené un delicioso café con esplenda que a lo sumo tendría 10 calorías junto con ocho galletas de trigo de 30 calorías en total, así que hoy fue un día provechoso.

¡Hoy me sentí bien y espero que mañana sea un día aún más hermoso!

Patricia, tienes tres días para quitare cuatro kilos, es una meta personal, ¡así tengas que vomitar hasta las entrañas trirarás a la basura cuatro kilos!

Carrera: Semana 1

Participo en una carrera de kilos en el blog de Cold Prince. Debo decir que pensé que sería difícil regresar por completo a Mía pero no lo fue, lo difícil es evitar que se den cuenta cosa que no llevo muy bien.
Los primeros cinco días habían sido bastante provechosos, demasiado. Bajé tres kilos y eso era algo espectacular.
Siempre lo había deseado y gracias a Mía lo estaba logrando.
Hubo un día en que vomité cinco veces y ese día me sentí un poco mal, pero de ahí en fuera, esos cinco días fueron extraordinarios.
El problema llegó cuando el viernes mi madre me despertó con la noticia de que mi abuela estaba agonizand y quería que la fuera a ver. No dudé es la matriarca de la parte de la familia que más bien me cae por lo que tomé el primer autobús hasta mi ciudad de origen y cumplí con la familia, pero eso implicaba defraudar a Mía.
La casa en la que estabamos era grande pero sólo había un baño el cual siempre estaba abarrotado, con gente haciendo fila y a la expectativa de que alguien saliera, siempre, ¡las 24 horas!
Las habitaciones ni hablar, no había una sola desocupada, la cocina escupía gente, las salas de estar ni se diga. Total que las posibilidades de vomitar eran escasas, por no decir que no había.
Lo que me llenó de orgullo fue que más de tres personas me dijeron que me veían más delgada y con eso me levanté el ánimo, la comida que mi madre me servía la regalaba a los perros que tienen en el casa, o comía sólo la mitad, debo confesar que esos días anduve deambulando de un lado a otro sin poder vomitar y todo lo que llegaba a mi boca (o que mi madre metía en mi boca) tuve que comerlo, todo. Si lo sé, soy una puerca.
Llegué a mi casa el martes de esta semana, la segunda parte de la carrera ya había comenzado y yo tenía dos días perdidos así que esto se estaba convirtiendo en un martirio.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Aún peor...

No puedo creerlo, soy una cerda que además de todo cocina.
Si el diez de mayo había sido feo, el once lo fue aún más, desayuné un yogurth en la escuela porque me comenzó a arder el estómago, justo cuando acababa me fui al baño porque no quería ese alimento en mí, y ¿qué pasó? pues los desgraciado baños estaban cerrados.
Para coronar, mi abuela metió en mi mochila comida para el almuerzo y una amiga me invitó a almorzar con ella, le dije que no y se molestó por lo que al final accedí.
Me atasqué con mi almuerzo y con lo que ella me había comprado, como tenía trabajo pendiente pensé en hacerlo después de vomitar pero nada, no pude, ni siquiera intenté mucho porque estaba cansada.

Con pesadez extrema llegué a mi casa y me acosté, no tenía intención alguna de comer con mis abuelos por lo que saludé y subí inmediatamente, sólo alcancéa cambiar de ropa antes de tirarme en la cama. Dormí por cuatro horas y media.
Al menos con ese tiempo se hacían nueve horas que no comía nada, pero en ese momento mi abuela llegó con un plato de comida y se sentó a platicar y a esperar a que yo terminara. Estuvo antes de empezar a comer, durante toda la tragadera y después de ella, casi una hora. No tenía esperanza de vomitar ya nada.

Menudo fiasco resultaste Patricia.

Encima de todo mi madre me ordenó  preparar los aperitivos de una reunión que habrá en la casa y tuve que preparar pay de mango, ocho para ser exactos.

Justo cuando terminé, me senté y vi uno que había quedado mal, son moldes de pay pequeños pero aún así no pude detenerme. Me lo sampé todo. Afortunadamente mi abuela ya se había ido a dormir y tuve oportunidad de devolverlo completo, hasta que salió ácido de mi boca.

Al menos me queda el consuelo de que devolviste algo...

Día de las madres del terror

Esto es un fiasco, me olvidaba que parte de ser bulímica son los atracones...

Martes y tuve que almorzar porque en la escuela en la que practico me sentaron junto con los demás y no pude resistir, tenía un día entero que no comía algo sólido, recaí. en cuanto acabé busqué el baño para devolver pero no pude ni siquiera acercarme, todo mundo me pedía cosas, "ven acá", "ayudame aquí" necesito que detengas esto" y cualquier infinidad de tonterías. Cuando salí de ahí hice cosas extras, subí imágenes, actualicé blogs etc y la hora de la comida llegó.
"Ven a comer Pato" dijo mi abuela y por ser día de la madre le dije que sí. En cuanto terminé de engullir el pollo y las verduras me sentí muy mal conmigo por lo que en el momento en que llamaron por teléfono y mi abula contestó aproveché para vomitar todo.
lamentablemente llevaron pasteles y dulces y mi tentación me venció, soy unamaldita puerca que comió pastel y cenó con la familia. Justo por eso la cena se quedó dentro, la casa estaba completamente llena y para poner una cereza al pastel una tía estaba platicando con otra justo en la entrada del baño, para cuando se fueron ya había pasado una hora por lo que por más intentos de vomitar que hiciera, la comida se quedaría ahí.

El día de las madres fue un completo martirio...

lunes, 9 de mayo de 2011

Desde aquí

Como has leído, hasta hoy subí la historia de mi BULIMIA, yo la padezco pues es una enfermedad y a pesar de que sé que hace daño no la quiero dejar, quiero ser una princesa, lo necesito.

Hace días me inscribí a una carrera y la he comenzado un poco antes, a partir de hoy.

Todos los post que se suban a partir de hoy contarán cómo voy en la carrera y lo que hago para seguir en ella. Espero que me apoyen porque tengo gran ilusión acerca de este nuevo reto.

Patricia será una princesa a como de lugar...

Nueva Patricia

Patricia regresó poco a poco con Mía, fue cuidadosa. Poco a poco, a veces dos a veces tres veces por semana, a veces ninguna a veces toda. Siempre debíatener presente a Mía.

Mayo la acechó y le comunicó que no ohabía bajado de peso, por lo que debía hacer algo al respecto...

Siempre había estado al margen de lo que se decía sobre la Anorexia y la Bulimia, siempre, pero ahora buscó en internet, buscpo lugares donde se sentía identificada, buscó dónde desahogarse y lo encontró. Muchos blogs mencionaban tips, muchos de ellos Patricia los había hecho sin necesidad de leerlos ahí, encontró formas de identificarse y sopesa aún la posibilidad de mostrarse.
Encontró un blog en donde anotarse a una carrera de kilos y se inscribió.
Está regresando con Mía completamente recargada. Hoy fue el primer dia de ayuno parcial, sólo tomó un licuado de plátano como cena, no más...
Está orgullosa porque desayunó agua, almorzó agua, comió agua y lo único "sustancioso" que comió fue el dichoso licuado de plátano que servirá para no desmayarse en su presentación al siguiente día.
Hoy es el primer día de su nueva vida, si alguien ofrece comida dice que ha comido, si alguien la invita a salir advierte no comer cosas en la calle, si alguien le pide que coma ella dice que ya lo ha hecho, así será hasta que sus fuerzas lo permitan y por el día de hoy lo ha logrado.


Felicidades Patricia porque hoy eres una nueva mujer...

Patricia regresó

Noviembre llega con una frescura pocas veces vista, pareciera que Patricia se olvidó de Mía, pero no es así, sabe que vive bajo su mascara, sabe que sigue ahí esperando, la diferencia es que no la visita.

Diciembre pasa demasiado rápido y trae una dieta fracasada. Enero llega con sus kilos de rigor y Patricia se siente inmensa, sabe que los noventa kilos están cerca y cada que se da cuenta llora.
A veces quiere comprar ropa pero le da miedo verse al espejo, aún le da miedo.

Tres tiendas diferentes y ninguna de las blusas que se midió le quedó, son tan hermosas y ninguna es para ella. Tres tiendas visitadas y tres vestidores manchados con sus lágrimas, lloró cada que la blusa no entró, lloró cada que se dió cuenta de que su talla no era más esa.

Marzo, se acercaba su cumpleaños 21  y ella era una vaca, lo sigue siendo, se da cuenta de que no puede sola y pide ayuda; pide ayuda a la única amiga que la entiende, pide ayuda y perdón por haberla ignorado esos meses, pide perdón y lava su boca después de vomitar después de casi diez meses de no vomitar.

Necesita justificar esos cuatro kilos que hay de menos y para el primero de abril se inscribe en clases de baile, por lo menos así disimulará el cansancio y bajará rápidamente.

Son ya 84, por lo menos no son 90, lo que se puede hacer en cuatro meses de dietas y ejercicios no se compara con lo que se puede hacer en un mes de vomitar...

La mentira

Era un año echado a la basura, claro que sí. Tantos meses vomitando y ahora ella llegaba y se lo prohibía. ¿Qué podía saber ella sobre lo que estaba bien o no hacer con su cuerpo? ¿Con la asquerosa comida?
Nada.

Días después de que Lía había partido de regreso a su ciudad Patricia comenzó a devolver la comida, de vez en cuando ayunaba, de vez en cuando tenía atracones, de vez en cuando vivía feliz...

Cuando abril llegó Patricia había ganado peso y más depresiones, estaba mal. Lía irrumpió una mañana en su casa y la llevó con ella a una clínica que jamás había visto en la calle conocida como "El 17"
En cuanto entraron al consultorio el doctor habló sobre llagas, gastritis y cosas que Patricia no escuchó, no quiso escuchar.
Le pusieron una cosa a un lado del ombligo y tomaron fotos a su garganta. Irritada, llena de pequeños cortes, había uno gracioso en forma de sonrisa...

Lía pagó y salieron de ahí; entregó a Patricia unas hojas y le advirtió que debía ir a checarse cada semana, si el doctor veía heridas diferentes a las de las fotografías tenía órdenes explícitas de llamar a su madre, la tan temida madre de Patricia.
La siguiente semana vomitó una vez y el dichoso doctor se dio cuenta, fue un completo desorden, primero llamó a Lía, luego ella llamó a su madre, su madre no sabía quién hablaba y colgó, Lía volvió a llamar y su madre pensó que era algún tipo de extorisón y reportó el número, se bloquearon las líneas y mientras tanto  Patricia leía revistas.

"Promete que no lo harás de nuevo Pato" pidió Lía apesadumbrada, sus vacaciones habían terminado y no había más que hacer por Patricia.

Se había dado cuenta de que su amiga era capaz de llamar a su madre por lo que prometió no hacerlo hasta acabar el tratamiento de seis meses, hasta octubre ella sería buena y cumpliría su palabra.

Las revisiones semanales eran una tortura, pues la báscula indicaba más y más, no se detenía y por lo  visto no tenía ni un atizbo de ganas de parar.

Estaba replanteandose la posibilidad de faltar a su palabra y dejar de ser amiga de Lía, pero todas las salidas posibles llegaban a un solo final: su madre internandola en una clínica de por vida.
Así que se resignó y continuó con las citas, las pláticas y terapias de fin de semana.

Octubre llegó y Lía volvió a aparecer, Patricia tuvo que mentir. A veces se pregunta si no se equivocó de carrera y debió estudiar actuación.
Todo sale perfectamente y Lía regresa a Wisconsin. Todo se calma, el doctor ya no la cita, no tiene obligación de ir, pareciera que ya entendió que morirá de esto y Patricia lo entiende, es sólo que no quiere dejarlo.

Lía se marchó pensando que Patricia estaba rehabilitada, pero no es así...

viernes, 6 de mayo de 2011

Secreto descubierto

Estaba en su casa en uno de esos ajetreados días de junio cuando su abuela la llamó a comer. Resignada engulló todo y al terminar se dispuso a tirarlo todo al retrete.
Entró al baño y comenzó su tarea, estaba en completo silencio cuando de pronto alguien se acercó por su espalda. Alguien que abrió la puerta del baño intempestivamente. Alguien que se quedó de piedra al verla agachada, con sus dedos dentro de la boca y la cara manchada con comida.
Era Lía, una amiga fotógrafa que había venido de vacaciones y que por error había descubierto la verdad.

Después de lavarse la cara tuvo que aguantar el regaño en susurros y subir al cuarto donde los susurros se convirtieron en tonos enojados.

¡Te estás haciendo daño! ¡No puedo creerlo! ¡Tienes que dejarlo!

Lía no dudó en plantear una manera de solucionarlo todo: ¡Debes dejar de hacerlo o llamaré a tu madre!
Eso no pasaría, jamás.
Su madre y ella no tenía una estrecha relación por lo que accedió y prometió dejarlo.

Pero Mía es tan perfecta que regresó secretamente cuando Lía no estaba informandose sobre el estado de Patricia; ella podía vomitar y así continuó por varios días pero su amiga  no se conformaría con regañarla...

Regreso a las andadas

Comenzó todo en el siguiente febrero, se dio cuenta de que no estaba a su lado Carlos, quien había sido el que la había hecho llegar a su nueva vida por lo que se enojó, deprimió y frustró. Debía comenzar a vomitar porque no quería  pasar el próximo febrero sin novio, sin Carlos.

Patricia sabía que no podía más que regresar con Mía por lo que intentó hacerlo en la escuela, no pudo, el baño siempre estaba lleno y aunque no hacía ruido, no podía evitar mancharse la cara por lo que tenía que atravesar todo el baño e ir al lavadero. Eso la ponía en riesgo a ella y a su secreto.
La escuela -DESCARTADA-

En casa, las pocas veces que estaba y comía podía vomitar pero casi siempre terminaba en algún lugar de la ciudad acompañada y comiendo, por lo que era muy difícil hacerlo.
Así pasó el tiempo, era junio y ella seguí en los ochenta kilos, al menos no había engordado más, pero quería otra cosa, no quería =mantenerse= quería bajar así que tenía que ser más concreta y dejar de ser tan suave en su regreso a Mía...

La suspensión

Cuando estaban a finales de agosto su madre llegó desde la ciudad donde vivía así que fue aún más dificil vomitar, estaba dominando el arte pero el hecho de que su madre estuviera en casa era peligroso por lo que disminuyó la constancia.

Cuando agosto estaba por terminar estaba en los setenta kilos y todo porque su madre aún estaba ahí.
Pero la crisis (que llama "La crisis del cambio") más significativa fue cuando el primero de septiembre tuvo que cambiarse de universidad. Patricia no podía vivir sin sus amigos, no quería adaptarse a otra universidad pero así las cosas debían ser.
Eran otros estilos y vomitar no era tan fácil.
Se suspendió todo, ahora sólo vomitaba una vez cada semana y a veces ninguna.

Peso y más peso. No podía creerlo y ella no tenía la capacidad de cambiarlo pues vomitar no estaba en sus manos, sino en el ritmo de trabajo de su nueva universidad por lo que no podía hacer más que resignarse.

Pasó todo un semestre y no podía regresar a su vida "normal" era un semestre donde había tenido de regreso los diez kilos que con esfuerzo había perdido.
Pero ella no se dejaría, tenía que comenzar de nuevo, poco a poco y así lo hizo.

Métodos

¿Cómo hacerlo?
Lo primero que hizo fue poner a bailar su dedo índice en la garganta. por una semana le funcionó pero después nada.
Comenzó a saltar y se dio cuenta de que funcionaba muy bien cuando había tomado mucha agua.
 Otra semana y nada más.

¿Tomar algo? Agua con sal, eso era. Tomó agua con sal casi un mes y logró tirar todo pero después no podía ni siquiera tomar el agua porque el sólo prepararla le daba asco así que debía encontrar otro método más discreto.

Dos dedos y dio en el punto.

La primera vez que metió dos dedos en su boca fue extraño pero eficaz y por el resto del mes se dio cuenta de que era lo más sencillo. Así que adoptó ese método y lo sigue haciendo hasta hoy.

¿Cómo ocultarlo?
Había semanas que vomitaba a diario, otras que sólo lo hacía un par de veces, todo porque hacía mucho ruido y podían escucharla así que debía comenzar a pensar en cómo ocultarlo bien.
Primero en la regadera, mejor vomitar en la regadera donde el sonido del agua amortigua el sonido del vómito.
Luego la música, poner música en volumen alto y dejar que opacara lo que ella hacía.

Poco a poco se fue adiestrando, poco a poco fue aprendiendo a no hacer ruido. Se grababa para ver qué tanto se escuchaba y si tenía que dar alguna explicación sobre lo que hacía.
De pronto en agosto se dio cuenta de que en las grabaciones no se escuchaba absolutamente nada más que el momento en que jalaba la cadena, el final del acto.
Se llenó de orgullo al saber que estaba caminando por el buen camino, ya ni siquiera ruido hacía...

La perseverancia todo lo alcanza

Es mayo ya y Patricia cada vez tiene más éxito, le sangra de vez en cuando la garganta pero no le importa, sabe que es por sus uñas, las cuales recorta cada semana.

La última vez que vomitó arrojó todo, completamente todo. Era la primera vez en dos meses que llevaba de intentarlo que lograba sacar toda la "basura" de su cuerpo.

Carlos estaba cada vez más cerca.
Eran  apenas cinco kilos los que había perdido pero si seguía así pronto serían más, estaba rozando los ochenta cuando había iniciado y tener setenta y cinco kilos ahora era algo que la ponía feliz.
De pronto al pasar dos semanas comenzó a notar que su cuerpo ya no respondía a los mismos estímulos, tenía que hacer algo más.


Laxante. -LISTO-

Pero debía vomitar más, apenas dos semanas atrás había logrado sacar por primera vez todo y ahora no podía ni siquiera tirar la mitad. Debía hacer algo...

Todo inició el 19 de Marzo del 2009

Sabía que se estaba enamorando, claro que sí, era la primera vez que sentía eso así que no podía ser otra cosa. Estaba completamente enamorada de Carlos pero... era gorda.


Ahora sí que le prestaba atención a eso y necesitaba ya no serlo.
Por dos semanas intentó dejar de comer, pero siempre había alguien que estaba al pendiente de que comiera por lo que esa opción no era la más viable.

Llegó a su casa y con Mía en el pensamiento saludó.
"Vente a comer" obtuvo como respuesta, mordió su labio inferior sabiendo que no podía decir que no, pues su abuela siempre hacía pregutnas. Tenía que pensar, ¿dietas? ¿era broma? ella nunca seguía una dieta por más de tres días. ¿Ejercicio? Tenía una lesión en la rodilla y el brazo lastimado, no podía y la verdad no le apetecía.

"¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?"

Siempre las decisiones llevaban más de tres o cuatro horas, pero no tenía tiempo, no en ese momento así que se sentó y con aquella idea en la mente miró su plato y comenzó a comer...

Terminó, lavó el plato, el vaso y los cubiertos. Subió a su cuarto y se cambió de ropa, bajó las escaleras de dos en dos y sin pensar de más entró al baño, metió el dedo índice en su boca e hizo el primer intento en su vida de vomitar...
Nada. Tres, cuatro, cinco veces y nada, a lo más que llegó fue a escupir algo amarillo que nada tenía que ver con la carne picada y el arroz que había comido.
Jaló la cadena, se lavó la cara y subió al cuarto. Esto era una estupidez, ¿cómo iba a pensar que iba a lograrlo? Patricia nunca podía hacer nada bien, ¡era una estúpida pretenciosa!

Dos días después lo intentó de nuevo, además de saliva sólo salió un poco del jugo de naranja que había tomado.

Necesitaba hacerlo bien, necesitaba ser perseverante...

Desde el principio

Patricia siempre pensaba mucho las cosas antes de hacerlas, pero esta vez no tuvo que reflexionar tanto para tomar partido.
Estaba gorda, lo sabía, desde pequeña siempre le avergonzó su peso, pero ahora además de eso había un factor que la estaba presionando, un chico.


A sus 17 años no había besado a nadie en serio, a lo más que había llegado era a dar un micro-beso de 1/8 de segundo y eso no le enorgullecía.

Por eso cuando conoció a Carlos no sopesó pros y contras de la desición y al final estaba resuelta a dejarse llevar por lo que pasara.

La primera vez que lo hizo fue en su casa...

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