martes, 16 de abril de 2013

Traficante de desilusiones

Hoy hace una semana que mi madre me dijo: "Pato, te estás tomando las pastillas de carnitina que te compre?" Le respondí que sólo lo hacía cuando me acordaba.
Con un tono de voz de lo más repugnante me respondió "Entonces no quieres adelgazar"
Lo dijo sin saber que desde el lunes pasado me estoy tomando una sibutramina que compré por debajo de la ley y que me quita el hambre casi todo el día, que me he obligado a comer cuando estoy con ella, que los cambios de humor que tengo no es porque esté reglando es por que mi cerebro está cambiando también, que he bajado dos kilos y que apenas y comienza a notarse en la ropa, que mis ganas  de bajar de peso nunca han sido tantas.
Lo dijo sin saber que con su maldito veneno me daba más ganas de tirar la comida, que con todas su palabras me mantenía en el borde de la locura.

Hoy son ya nueve días y seguirán siendo más, porque no pretendo dejar las pastillas que me han ayudado a mantener mis calorías casi a la mitad de lo normal.

Estoy más decidida que nunca a dejar de ser este mar de grasa, por que la vida me demuestra una y otra vez que la felicidad no llega a ti a menos que te sientas a gusto contigo y yo no lo estoy.

Me siento tan decepcionada de no poder controlarme, me siento tan desesperada cada que acudo a una tienda y no puedo comprar la talla que quiero.
Pero desde hoy loes digo que no me dejaré vencer por las palabras afiladas de nadie y si es necesario largarme de aquí para hacer un ayuno como lo planeo, entonces lo haré.

Me despido mientras mastico un chicle con dos calorías y el palpitante dolor de cabeza que me acompaña desde hace un par de días, un beso enorme a todos los que pasan por aquí.
Les mando las mejores vibras y mi apoyo a toda dieta, ejercicio y ayuno que hagan.

Los quiero.

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